Cuando envejecemos perdemos capacidad para recordar. Es frecuente olvidarse de nombres, saber dónde dejamos un objeto o acordarse de todo lo que nos hace falta comprar en la tienda que tenemos que comprar en la tienda. Es normal que nos olvidemos de algunas cosas de vez en cuando, sobre todo si no son muy importantes.
Hay situaciones en las que podemos tener dificultad para retener las la información que recibimos, como cuando estamos agobiados o tenemos ansiedad o depresión, por dificultades para concentrarnos. También cuando hay un gran problema que nos preocupa, en algunas enfermedades como el hipotiroidismo, cuando tomamos algunos fármacos como los ansiolíticos o cuando sufrimos demencia. Son distintas situaciones con un pronóstico muy diferente.
Solo se habla de demencia si hay una pérdida de la capacidad mental y además se afecta alguna otra función cerebral como la capacidad de juicio, entendimiento, razonamiento, expresión u otras habilidades cognitivas.
Las personas con demencia pierden capacidad para recordar, aprender, resolver problemas, orientarse en un lugar conocido previamente, controlarse emocionalmente y comunicarse. Esta disminución del funcionamiento intelectual interfiere con las actividades normales de la vida diaria y las relaciones personales.
Hay muchos trastornos que causan demencia. Algunos, como la enfermedad de Alzheimer, son progresivos, pero otros que se manifiestan con síntomas de demencia pueden detenerse o incluso revertirse con un tratamiento apropiado.
La demencia es el resultado del daño en las células del cerebro, las neuronas. En algunos tipos de demencia, como la enfermedad de Alzheimer, las células nerviosas dejan de funcionar y mueren. Sin embargo, en el proceso normal del envejecimiento no se pierde un gran número de neuronas.
La demencia es provocada por daño en las células del cerebro, las neuronas. En algunos tipos de demencia, como la enfermedad de Alzheimer, las células nerviosas dejen de funcionar y mueren. Sin embargo, en el proceso normal del envejecimiento no se pierde un gran número de neuronas.
Cuando envejecemos perdemos capacidad para recordar información. Es frecuente olvidarse de nombres, saber dónde dejamos un objeto o acordarse de todo lo que tenemos que comprar en la tienda. Es normal que nos olvidemos de algo de vez en cuando, sobre todo si no es muy importante.
Sin embargo, cuando estos olvidos afectan a la vida diaria, como por ejemplo si no podemos recordar cómo se llega a un lugar al que vamos habitualmente, no reconocemos un sitio en el que estuvimos con frecuencia, o no sabemos cómo hacer algo que ya hicimos con anterioridad, pueden convertirse en un problema importante tanto para la persona que los padece como para los que conviven con ella.
Estas situaciones deben consultarse con el médico, más aún si empeoran a medida que pasa el tiempo. Con frecuencia la persona a la que le ocurren es poco consciente de ello, por lo que si tienes un familiar o un amigo en esta circunstancia es conveniente que le ayudes a dar ese paso.
Si te percatas de que una persona conocida ha olvidado recuerdos o vivencias que conocisteis juntos, repite frases o preguntas, le cuesta hacer cálculos con el dinero o tiene dificultades para retener mensajes, es conveniente que estés pendiente de ella y que le animes a que lo hable con su médico.
Hay muchos procesos que pueden cursar con deterioro cognitivo (dificultad para pensar o razonar) y causar demencia, algunos afectan de forma predominante a la pérdida de memoria, sin embargo otros afectan más a otras funciones cognitivas como la orientación, la capacidad para hacer cosas o para moverse:
En ocasiones hay problemas que pueden causar síntomas parecidos, pero que no son realmente una demencia:
Existen varios factores que se relacionan con la aparición de demencia. Unos protegen y otros aumentan el riesgo:
Hasta el momento, no se ha podido comprobar de forma firme que existan acciones que cambien el riesgo de desarrollar demencia. Sin embargo, en base a algunos estudios y opiniones, se recomienda:
Cuando una persona tiene síntomas compatibles con demencia son necesarias una serie de pruebas para descartar procesos que tienen síntomas similares y para hacer un diagnóstico lo mas certero y precoz posible. Un diagnóstico precoz permite a los pacientes y familiares planificar el futuro e instaurar cuanto antes el tratamiento más apropiado.
Si consultas a un médico por este motivo no estaría de más que te acompañara un familiar próximo, si no lo ves inconveniente. Muchas personas no se dan cuenta de estos síntomas.
El médico te preguntará sobre los síntomas, cuando empezaron, cómo te interfieren en tu vida, etc. Los datos que el médico obtiene son muy importantes para diagnosticar demencia y pueden orientarle en el tipo específico de enfermedad que la causa. También te hará una exploración detallada buscando algún tipo de signo de alteración neurológica.
Puede que te haga un test con preguntas predefinidas para valorar de forma más objetiva tu capacidad de orientación (donde te encuentras, por donde viniste), memoria (recordar 3 palabras: peseta-caballo-manzana), capacidad para nombrar características de los objetos (frutas, colores), seguir órdenes verbales y escritas, escribir frases de manera espontánea y copiar una figura geométrica compleja. Es frecuente utilizar una versión traducida y validada del Mini Mental Test (Mini Mental State Examination o MMSE).
Es probable que te proponga hacer pruebas complementarias. Desafortunadamente no hay una prueba diagnóstica específica de la demencia y tanto los análisis como las pruebas de imagen sirven más para descartar otro problema que para confirmar un diagnóstico concreto.
Es habitual hacer algunos análisis para descartar problemas que pueden simular una demencia: hemograma completo, glucosa, electrolitos, calcio, análisis de orina y pruebas tiroideas, son pruebas rutinarias. Dependiendo de los datos que el profesional haya obtenido en la historia y en la exploración física puede considerar necesario hacer más determinaciones. No es infrecuente que el médico te proponga realizar además serología de sífilis y VIH, si existe alguna sospecha clínica de que estas infecciones puedan ser la causa
La tomografía axial computerizada (TAC) y la resonancia magnética nuclear (RMN) son pruebas de imagen que permiten detectar tumores, accidentes cerebrovasculares, atrofia cerebral (que se produce a medida que van muriendo las neuronas), cambios en los vasos sanguíneos, hidrocefalia (aumento de líquido y de presión en el cerebro) y hematomas subdurales.
La realización de análisis genéticos para la detección de mutaciones causales solo está indicada en pacientes con enfermedad de Alzheimer que tienen una historia familiar autosómica dominante (una herencia dominante) y los síntomas se han iniciado antes de los 60 años. La conveniencia e indicación de estas pruebas deben hacerse en unidades especializadas en consejo genético.
La persona que cuida de un paciente con demencia necesita tener mucha paciencia y comprensión.
Las personas con demencia deben mantener el máximo de independencia el mayor tiempo posible. Deben usar alguna forma de identificación por si salen a pasear y se pierden. En algunos casos será conveniente evitar que salgan sin compañía.
Cuando la demencia está avanzada necesitan atención las 24 horas del día. Precisan ayuda para comer, bañarse y vestirse y alguien que les supervise para evitar que se dañen a sí mismas o a los demás.
Es preciso revisar la casa buscando obstáculos y peligros y hacer los cambios necesarios para evitarlos. Por ejemplo: guardar bajo llave productos u objetos peligrosos, como la lejía o los cuchillos, evitar el gas como sistema de calefacción o cocina.
Instalar barras de seguridad en las orillas de la cama y en el baño, retirar los cerrojos de las puertas de los dormitorios y baños.
Bajar la temperatura del agua caliente a 50°C o menos para evitar que la persona se queme.
Simplificar la decoración de la casa retirando objetos innecesarios, no cambiar las cosas de sitio y poner al alcance del paciente los que usa a diario. Por ejemplo colocar la ropa, las gafas o las llaves en un sitio fácilmente accesible. Retirar alfombras deslizantes que puedan suponer un riesgo para caídas.
Mantener un horario estable, simplificar la rutina diaria, usar recordatorios y calendarios, etiquetar los objetos de uso habitual y colocar relojes bien visibles puede ayudar a los pacientes a orientarse.
Es conveniente que las personas con demencia sigan con sus actividades habituales de esparcimiento, siempre que sean seguras y no le causen frustración. Los trabajos manuales, los juegos de mesa, la lectura del periódico y la música pueden suponer un estímulo mental y mejorar su ánimo.
Conducir no es una actividad segura para las personas con demencia. Pueden tener dificultad para procesar información con la rapidez necesaria y enfrentarse a circunstancias imprevistas, para respetar las reglas de tráfico o para recordar un trayecto y pueden poner en peligro a otras personas. La familia debe asegurarse que la persona enferma no conduzca.
La carga emocional y física para una persona que cuida a alguien que padece de demencia, es enorme y debe buscar ayuda. Es importante que los cuidadores puedan ausentarse del cuidado de un paciente algún tiempo a lo largo del día.
Un cambio repentino en el entorno o las situaciones frustrantes pueden hacer que las personas que tienen demencia se alteren. Por ejemplo, realizar una tarea más o menos compleja, vestirse o dar una respuesta equivocada a una pregunta puede provocar frustración. Como consecuencia, la persona puede llorar, enfadarse e intentar herir a otras personas de la misma forma.
Es conveniente que los cuidadores eviten las situaciones en las que el paciente pueda frustrarse intentando que las tareas sean más fáciles y evitando situaciones difíciles. No discutir. A veces, por la tarde, pueden ponerse peor. Reconducir la situación con amor y paciencia.
Si las alucinaciones producen miedo, intente distraer a la persona haciéndola participar en alguna actividad agradable. Si la persona tiene dificultades para dormir:
Está bien que el paciente pasee sin rumbo por un lugar seguro, como un patio cercado. La actividad física regular, como caminar, puede retrasar las dificultades en la movilidad, que son comunes en estas personas.
Animar a hablar sobre el pasado, puede ser bueno en las personas con demencia leve a moderada.
Lo más importante para una persona con demencia es que reciba el cuidado y el apoyo que precisa de su familia, los servicios sociales y los profesionales sanitarios. Cada paciente tiene unas necesidades concretas que varían a lo largo del tiempo y que precisan un plan personalizado de atención.
No existen tratamientos que consigan curar ni detener el progreso de la enfermedad de Alzheimer. Existen algunos tratamientos farmacológicos que pueden mejorar algunos síntomas y retardar el progreso de la enfermedad, aunque no la detienen ni revierte el daño cerebral existente. La respuesta a estos tratamientos puede variar mucho de unas personas a otras, por lo que es muy importante individualizar las indicaciones y sobre todo hacer un estrecho seguimiento que permita valorar si realmente esa persona se beneficia del medicamento.
Los inhibidores de la colinesterasa son fármacos específicos para el tratamiento de la demencia. Estos medicamentos aumentan el nivel de la acetilcolina (una sustancia química que ayuda a conectar las neuronas, un neurotransmisor) en el cerebro porque retardan su descomposición. La acetilcolina es importante para la memoria y está disminuida en personas con la enfermedad de Alzheimer. Actualmente hay disponibles tres inhibidores de la colinesterasa para el tratamiento de las demencias: donepezilo (Aricept, Donepezilo genérico), rivastigmina (Exelon, Prometax, Rivastigmina genérica) y galantamina (Reminyl).
Los inhibidores de la colinesterasa no muestran diferencias relevantes entre ellos respecto a los perfiles de eficacia y seguridad. Están indicados en la enfermedad de Alzheimer leve y moderada (puntuaciones en el Mini Mental Test superiores a 10 puntos). Mejoran los síntomas cognitivos (por ejemplo capacidad para pensar, crear o razonar) y funcionales (por ejemplo capacidad para asearse, vestirse, manejar dinero) en algunos pacientes con un beneficio dudoso de las alteraciones conductuales y sin un beneficio demostrado en la calidad de vida. La respuesta individual a los distintos fármacos puede variar, por lo que es inexcusable un seguimiento estrecho para ver la efectividad en cada persona.
El uso de los inhibidores de la colinesterasa en la enfermedad de Alzheimer es controvertido, ya que habitualmente los beneficios, si los hubiera, son escasos, los efectos adversos son frecuentes y el coste del tratamiento es muy alto. Por esto la agencia inglesa de evaluación de tecnologías (NICE) recomienda que el tratamiento siempre sea indicado por un especialista, que su hipotético beneficio sea evaluado con revisiones periódicas de la persona que lo recibe y que se interrumpa en el momento en el que se considere que no aporta beneficio relevante.
Un cuarto fármaco, la memantina (Axura, Ebixa), actúa bloqueando la acción del neurotransmisor glutamato, implicado en la degeneración neuronal de la enfermedad de Alzheimer. Está indicada en la enfermedad de Alzheimer grave (puntuaciones en el Mini Mental Test superiores a 10 puntos) o cuando no se toleren los inhibidores de la colinesterasa en enfermedad de Alzheimer moderada. Aunque su eficacia es discreta, mejora los síntomas cognitivos a las 12 semanas y los funcionales a las 24-28 semanas.
Los inhibidores de la colinesterasa deben utilizarse con precaución en pacientes con antecedentes de epilepsia, asma o enfermedad pulmonar obstructiva, arritmias, síncopes, presión arterial baja, ulcera péptica, retención urinaria, insuficiencia renal o hepática. La memantina debe utilizarse con precaución en pacientes con antecedentes de epilepsia, insuficiencia renal y retención urinaria.
En la Demencia Vascular los tratamientos están orientados a disminuir los factores de riesgo cerebro vascular: controlar la presión arterial alta, el colesterol alto, la enfermedad cardiaca y la diabetes. Los inhibidores de la colinesterasa y la memantina tienen poca utilidad, si es que tienen alguna.
La utilidad de los inhibidores de la colinesterasa en la demencia de los cuerpos de Lewy no está clara, a pesar de que los pacientes con enfermedad de Parkinson y demencia mejoran y ambos procesos tienen significativas coincidencias estructurales. Los medicamentos antiparquinsonianos como la levodopa pueden mejorar la rigidez y la marcha.
También pueden ser útiles los anticonvulsivantes, los sedantes o los antidepresivos si la persona sufre ataques convulsivos, depresión, agitación, insomnio u otros problemas que pueden ocurrir en la demencia.
Los medicamentos neurolépticos como la clozapina y la olanzapina pueden reducir los síntomas psiquiátricos, aunque pueden tener efectos secundarios importantes.
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