La diabetes es un trastorno que se caracteriza por un aumento de la glucosa (azúcar) en la sangre (glucemia) debido a que el cuerpo no la regula adecuadamente por problemas con la insulina. A menudo, acompañando a la diabetes, están aumentados el colesterol y los triglicéridos de la sangre y la presión arterial.
La insulina se encarga de regular la producción y eliminación de la glucosa de la sangre. Actúa como una llave que facilita la entrada de glucosa en las células y su transformación en energía. En la diabetes no se produce la insulina suficiente o el cuerpo no es capaz de responder adecuadamente a la que se produce (resistencia a la insulina de las personas con sobrepeso), la glucosa no penetra en las células y se acumula en la sangre.
Aunque muchas de las personas con diabetes no tienen ningún síntoma, la diabetes produce daño y puede producir fracaso de diferentes órganos, especialmente ojos, riñón, nervios, corazón y arterias.
La diabetes tipo 2 o del adulto es el tipo más frecuente de diabetes. Es un problema de salud que afecta a 6-10 personas adultas de cada 100.
La causa original de la diabetes tipo 2 no se conoce, pero sí los factores de riesgo para padecerla. La posibilidad de que una persona desarrolle diabetes aumenta con la edad, si alguno de los padres es diabético, si existe sobrepeso u obesidad, si se hace poco ejercicio o si se toma una dieta poco sana (rica en grasas, pobre en verduras y frutas y con muchas calorías).
Cada persona con diabetes necesita una atención específica y regular que debe comprender y acordar con el personal sanitario que le atiende.
Muchas personas con diabetes pueden no tener ningún síntoma. Esto no quiere decir que la diabetes no esté produciendo daño en diferentes órganos del cuerpo.
Los síntomas clásicos de la diabetes son: aumento de la sed (polidipsia), más cantidad de orina (poliuria) y aumento del apetito (polifagia).
Otros síntomas que pueden notar las personas diabéticas aunque con menor frecuencia son: cansancio, entumecimiento u hormigueo de las manos y los pies, picor en la piel y los genitales, cicatrización lenta de las heridas, aumento de las infecciones, disfunción eréctil y visión borrosa.
Estos síntomas pueden deberse a muchas causas y el hecho de que una persona los tenga no implica necesariamente que sufra diabetes.
Aunque se debe consultar siempre, la posibilidad de que se deban a una diabetes es mayor si tiene mas peso del recomendado, si hay antecedentes de diabetes en la familia, si toma algunos fármacos que aumentan la glucosa en la sangre (como los corticoides) o cuida poco la alimentación y la actividad física.
A partir de unos valores de glucosa en la sangre aparecen problemas en algunos órganos con mayor frecuencia. Estos valores se utilizan para diagnosticar diabetes.
Las pruebas que actualmente se utilizan para diagnosticar diabetes son:
Una persona puede considerarse diabética si cumple cualquiera de esos puntos. En los 3 primeros debe confirmarse con un segundo análisis.
Algunas personas que no tienen diabetes tampoco tienen una glucosa normal. Los valores de su glucosa en sangre no alcanzan el nivel de diabetes, pero tampoco son normales. Se dice entonces que tienen una intolerancia a la glucosa (glucosa entre 140-199 mg/dL a las 2 horas de realizar un test de tolerancia o curva de glucosa) o una glucosa basal alterada (glucosa en plasma en ayunas de 100- 125 mg/dL). En ambos casos se habla de prediabetes porque estas personas tienen más probabilidad de desarrollar una diabetes. Esto también ocurre cuando la HbA1c está entre 5.7%-6.4%.
Estas personas con prediabetes tienen más posibilidades de desarrollar problemas cardiovasculares que una persona con valores normales.
La glucosa en plasma es la que se mide habitualmente en el laboratorio utilizando el líquido que resulta de centrifugar la y extraerle los glóbulos blancos y rojos (plasma). La glucosa también puede medirse en sangre completa obteniendo la muestra mediante un pinchazo en el dedo o en el lóbulo de la oreja. Aunque si al resultado que obtenemos en sangre completa le sumamos el 12% obtenemos un valor aproximado al que obtendríamos en plasma, esta prueba no puede utilizarse para diagnosticar diabetes por ser menos precisa.
La Hemoglobina glicosilada (HbA1C) es un tipo especial de hemoglobina que refleja la media de glucosa en la sangre en las 8-12 semanas previas a su medida. No precisa estar en ayunas para medirla, pero sí que el laboratorio debe seguir una técnica rigurosa para que el análisis sea fiable.
La causa original de la diabetes tipo 2 no se conoce, pero sí los factores de riesgo para padecerla. Algunos de estos factores, como la edad o la herencia, no se pueden modificar. Otros sí. Evitando o corrigiendo los factores modificables, evitaremos la aparición de diabetes.
La pérdida de peso en las personas obesas, la práctica habitual de ejercicio físico y una alimentación sana es la mejor forma de evitar los problemas de la diabetes. Así pues, ten en cuenta:
• Si tienes obesidad debes controlar tu peso hasta situarlo en valores normales
• Haz ejercicio de manera regular
• Evita las grasas y haz ejercicio físico de forma regular
En una alimentación equilibrada el aporte calórico procede de un 45-65% de carbohidratos, 15-20% de proteínas y 20-30% de grasas (menos 7% saturadas). Esto es válido para todas las personas incluidas las que tienen diabetes mellitus tipo 2.
La cantidad y proporción dentro de esos márgenes deberá ajustarse según la edad, el sexo, el peso, la estatura y el grado de actividad. Además de estas características, debe tenerse en cuenta la existencia de otros problemas de salud, como colesterol elevado, hipertensión arterial o insuficiencia renal.
El peso depende de las calorías que se toman y de las que se gastan. Si tomamos más de las que gastamos, nuestro peso aumenta y si comemos menos de lo que gastamos, nuestro peso baja.
Una persona con diabetes debe procurar comer 4 o 5 veces al día en intervalos de 3 a 4 horas es lo que llamamos alimentación fraccionada. De esta manera, el riesgo de bajadas excesivas de la glucosa en sangre (hipoglucemias) disminuye, porque alimento se ajusta mejor a la acción de los medicamentos.
La cantidad de hidratos de carbono, proteínas y grasa deben ajustarse en función de la actividad, del peso y de la edad. Por ejemplo: una persona joven, sin sobrepeso y deportista puede tomar más hidratos de carbono (pan, pasta) y grasa (aceite de oliva); una persona mayor, con sobrepeso y poca actividad consume menos calorías, por lo que debe tomar menos cantidad de esos alimentos. La cantidad recomendable de leche, fruta y verduras es similar para cualquier persona.
Las grasas vegetales (aceite de oliva o girasol) tienen las mismas calorías que las animales, pero tienen menos grasas saturadas y producen menos colesterol que las de origen animal (mantequilla, nata, queso, embutido).
Las carnes más magras, conejo, aves sin piel, filetes son más apropiadas porque tienen menos grasas saturadas y producen menos colesterol. Aún así, las raciones no deberían superar los 100 grs.
Tomar pescado blanco o azul es saludable.
Utilizar poca sal en las comidas y si existe hipertensión, no utilizar ninguna.
Las personas que estén tratadas sólo con medicamentos que pueden bajar excesivamente la glucosa, que pueden producir hipoglucemias, como la insulina o las sulfonilureas, precisarán ajustar bien los hidratos de carbono para evitar hipoglucemias (bajadas excesivas de glucosa).
El ejercicio físico regular y continuado ayuda a perder peso, mejora el control de la diabetes, reduce los niveles de triglicéridos, mejora la movilidad y el tono muscular, disminuye el riesgo de muerte y mejora la calidad de vida.
El ejercicio puede ser aeróbico o de resistencia. En general las personas con diabetes pueden practicar cualquier deporte, aunque lo más fácil y asequible suele ser el andar.
Es mejor realizarlo en compañía. Si tomas fármacos que pueden bajar la glucemia o utilizas insulina debes saber reconocer las hipoglucemias (bajadas de azúcar); puede ser necesario tomar algún alimento antes de realizar el ejercicio y llevar algún suplemento azucarado (sobre de azúcar, caramelos con glucosa, una fruta).
Aconséjate con tu profesional sanitario qué tipo de ejercicio es adecuado para tu edad, tratamiento, problemas de salud y condición física.
Es recomendable realizar ejercicio físico regular y continuado en 3 sesiones semanales, en días alternos, progresivas en duración e intensidad. Lo más sencillo es dar un paseo de 30-60 minutos, 3 veces por semana con ropa y calzado cómodos.
Para mantener los niveles glucosa en cifras de control aceptables, las personas con diabetes pueden necesitar tomar medicamentos por boca (antidiabéticos orales) o ponerse insulina (inyectable).
Más de la mitad de las personas con diabetes necesitan más de una medicina para su buen control. Tu médico verá contigo el mejor momento para empezar y qué medicamento es más apropiado en tu caso, sus ventajas e inconvenientes.
Hacer ejercicio físico y una dieta saludable puede hacer que no los necesites o que retrases la necesidad de tomarlos. Esto es lo mejor, pero en algunos casos puede no ser suficiente y puede que los necesites.
Los medicamentos utilizados para controlar la diabetes se llaman antidiabéticos orales. Existen muchos tipos de medicamentos para controlar la diabetes, que actúan básicamente de 2 formas: unos aumentan la producción de insulina y otros favorecen su utilización por nuestro cuerpo.
Si finalmente el control no es bueno a pesar del ejercicio y de la dieta se necesitará un antidiabético oral. Como la producción de insulina por el páncreas va disminuyendo de forma progresiva, habitualmente se comienza el tratamiento con un medicamento facilitador la acción de la insulina y si no es suficiente, se añade otro que estimule la producción de insulina.
Puede ser necesario tomar hasta tres fármacos orales al mismo tiempo. Si con ellos el control no es bueno, será necesario utilizar la insulina.
Aunque cuantos más medicamentos usemos mayores efectos secundarios es probable que aparezcan, lo más importante es tener un buen control de la diabetes. Unas personas puede que no necesiten tomar ningún medicamento, pero otras para conseguir un buen control pueden necesitar tomar fármacos orales y usar insulina al mismo tiempo. Son pasos de un mismo proceso.
La insulina se encarga de regular la glucosa de la sangre. Facilita la entrada de glucosa en las células y su transformación en la energía que todas necesitan. En la diabetes no se produce la insulina suficiente o el cuerpo no es capaz de responder adecuadamente a la que se produce (resistencia a la insulina de las personas con sobrepeso), la glucosa no penetra en las células y se acumula en la sangre.
Inicialmente una persona con diabetes tipo 2 puede controlarse normalizando su peso, con una alimentación sana y equilibrada y ejercicio. Mas tarde, a medida que su páncreas va dejando de producir insulina, las personas con diabetes precisan fármacos que lo estimulen o que favorezcan el aprovechamiento de la insulina que se produce. Finalmente, cuando el páncreas ya no produce insulina suficiente ni tomando medicamentos, puede ser necesario administrarla como un medicamento inyectable.
Algunas personas tienen reparo a la hora de aceptar un tratamiento con insulina por miedo a las agujas, sin embargo la inyección es prácticamente indolora, ya que las agujas son muy pequeñas y finas.
Aunque no todas las personas llegan a necesitar insulina, la evolución normal de la diabetes es que el páncreas produzca cada vez menos insulina, por lo que realmente podría considerarse el tratamiento más natural.
Existen insulinas de acción lenta, también llamadas basales, que se utilizan en 1 o 2 dosis e insulinas de acción rápida que se utilizan para las subidas de glucosa que se producen tras las comidas. Algunos preparados de insulina tienen una combinación de los 2 tipos.
Las insulinas basales o de acción lenta son la base del tratamiento de la persona con diabetes que necesita insulina. Pueden administrarse junto a la medicación oral. Las insulinas de acción rápida se utilizan cuando no se consigue el adecuado control con la insulina basal.
La necesidad de insulina puede aumentar con los años y en situaciones especiales. No tiene dosis máxima. Su único límite es la hipoglucemia.
Tampoco es nada complicado ponerse insulina. Tu profesional sanitario te puede explicar con detalle cómo hacerlo. Lo que sí es importante es que aprendas a reconocer los síntomas de la hipoglucemia (bajada de glucosa a menos de 50 mg/dl) y a hacerte una prueba de medida de la glucosa en sangre capilar.
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