¿Cómo se trata la enfermedad renal crónica?

El objetivo del tratamiento de la enfermedad renal crónica es evitar su progresión. Para ello tu médico intentará corregir sus causas y minimizar los problemas que pueden empeorarla:

  • Tener bien controlada la hipertensión arterial es la medida más relevante para frenar la progresión de la enfermedad renal crónica. Una tensión arterial de 130/80 puede considerarse apropiada en la mayoría de las personas.
  • Además de necesitar ajustar la dosis de algunos medicamentos que se eliminan por el riñón, hay que evitar en lo posible los que resulten tóxicos, como los antiinflamatorios no esteroideos (aspirina, ibuprofeno, diclofenaco…).
  • En las personas con diabetes, el control estricto de la glucosa es importante.
  • Corregir, en la medida de lo posible, los cálculos urinarios (piedras) puede ser beneficioso.

Como la enfermedad renal crónica es un factor de riesgo de enfermedades cardiovasculares, debes estar atento a los demás factores de riesgo cardiovascular. Dejar el tabaco, controlar la tensión arterial y el colesterol, comer sano, corregir el sobrepeso y hacer ejercicio reducen tu riesgo de sufrir un problema vascular, sobre todo en corazón y cerebro.

Puede que tu médico te aconseje tomar medicamentos para bajar el colesterol. En las personas con insuficiencia renal la cifra deseable de colesterol malo (LDL) es inferior a la de una persona sin este problema. También es conveniente vacunarse contra la hepatitis B y contra el neumococo.

Existen tratamientos específicos para cada problema o complicación que puedes desarrollar. Debes acudir a las revisiones que tu médico te indique y seguir sus recomendaciones.

Inicialmente, para abordar estos problemas, tu médico de cabecera puede prestarte suficiente ayuda. Si la función renal se deteriora mucho, generalmente cuando baja de 30 ml/ min, puede ser necesaria la intervención de un especialista. Él te aconsejará sobre la necesidad de prevenir y tratar algunas complicaciones que pueden ocurrir, como la anemia o los problemas con el el calcio y el fósforo.

En muy pocas personas y en estados avanzados puedes necesitar diálisis o un trasplante de riñón.

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